jueves, septiembre 07, 2006

Dia 1: Narita-Tokyo Station-Kyoto

Por fin en tierras niponas!

Después de 12 horas de vuelo por fin pisamos el suelo japonés. Me extrañó no ver un bullicio de gente por todas partes, realmente parecia estar desierto. Una vez pasamos por la puerta de inmigración y de hacer la correspondiente cola supervisada por un policia japonés que controlaba que no te pasaras de la linea de espera salimos por fin fuera. Lo primero que nos sorprendió fue lo limpio que estaba todo. Claro! Pensamos, había una papelera con cinco compartimentos para reciclar. Pues esa debió de ser de las pocas poquísimas papeleras que hay todo Japón, y justo al lado de ella las primeras máquinas dispensadoras de bebidas que veíamos que tenía más variedad que el sprite, agua, fanta y coca cola típicos de España. Por supuesto hicimos nuestro primer gasto 120 yenes un agua de medio litro.

Integrados totalmente con el entorno decidimos coger el Narita express que nos llevaría a la estación de Tokyo. Así que entramos de nuevo en el aeropuerto, buscamos la oficina del Japan Rail Pass para validarlo y nos dieron una targeta que deberíamos mostrar durante los próximos 7 dias antes de coger cualquier transporte de la JR. Seguimos las señales de JR, muy fácil de orientarte, y por fín llegamos al andén del Narita Express. Llegó puntual por supuesto. Cuándo nos dispusimos a entrar nos hicieron esperar, eso sí muy amablemente porque los japoneses no señalan, acompañan con la mano, debibo a que una brigada de limpieza entra, revisa uno por uno cada vagón y cuándo está impecable de nuevo te acompañan con un gesto para que puedas pasar. Cómo son estos japos!

Ya estábamos camino Tokyo y ni un ápice de cansancio por el vuelo y jetlag. Tardó alrededor de una hora en llagar y ya por el camino pudimos disfrutar de los paisajes japonés; bosques de bambúes, arrozales, casas apiñadas con el típico tejado japonés, vegetación frondosa y árboles apiñados.
Cuándo llegamos a la estación de Tokyo, eso era otra cosa, cuánto japonés junto! Fuimos a un super de los que tantos hay dentro de las estaciones y compramos unos bentos y onigiris para comer durante el viaje hasta Kyoto. Ya pudimos ver la cantidad de cosas que nos esperaban por probar, la oferta era enorme, cantidad de platos preparados para llevar. Ahora nos quedaba coger el Shinkansen, tren bala, con destino Kyoto. De nuevo seguimos los letreritos de JR Shinkansen y mirando las pantallitas vimos el anden por el que salia y puntual como siempre apareció el tren bala que impresiona no solo por la aerodinámica si no también por lo largos que son. Nos fuimos hasta nuestro vagón y nuestros asientos ya que el la oficina de la Japan Rail nos reservaron asientos y nos pusimos a jalar los bentos....arroz por un tubo! De todos los colores y sabores!

Con la barriga llena solo nos quedaba relajarnos y disfrutar del viaje en tren bala hasta Kyoto.

Después de dos horas y media de cómodo viaje a 270 km/h en el Hikari Shinkansen llegamos a nuestro primer destino, Kyoto. Una vez fuera de la estación pudimos observar la torre de Kyoto y mientras esperábamos el autobús 206 dirección Marutomachi-Dori vimos a la primera otaku, más mona ella, oye! Al poquito rato apareció el autobús y como pudimos le hicimos saber al conductor que por favor nos avisara cuando llegaramos a la parada de Marutomachi-Dori. El viaje costaba 210 yenes y tardó alrededor de 30 minutos. Tiempo suficiente para ser cordiales como ellos mismos y dejar a una anciana sentarse en nuestro lugar. Ese gesto le pareció a su anciano marido lo suficientemente bonito como para poder entablar una pequeña conversación en inglés. Por supuesto nos preguntó de donde éramos y cuando respondimos de Barcelana Spain, no pudo contener una sonrisa y explicarnos que ellos estuvieron allí hace algún tiempo y que les encanta Barcelona, Gaudí, Ronaldinho...qué gente más maja! Al cabo de un rato el conductor nos avisó que esa era nuestra para y bajamos...nuestro primer dilema llegaba...donde narices estamos y donde está el ryokan. Cómo la gente parecia muy amable en vez de callejear preguntamos directamente en un colmado de verduras. No tardó ni un segundo en aparecer 2 japoneses y una japonesa para ayudarnos. Le apuntamos en el mapa el lugar más o menos y le dimos la dirección...se preguntaron entre ellos, ponian caras raras y al final optaron por llamar con su propio móvil al ryokan. Más contento que unas pascuas el japonés nos hizo señales para que le acompañáramos dejando el colmado solo con sus verduritas y nos llevó feliz como un chino (si me permiten la expresión) hasta la puerta del ryokan, donde nos esperaba Rika en la entrada. Depués de hacernos sacar los zapatos entramos y vimos lo acojedores que son los ryokanes, con su jardincito Zen, su suelo de maderita por toda la casa menos en las habitaciones que eran de tatami. La verdad es que si se viaja ha japón hay que hospedarse en una casa tradicional. Charlamos un rato con Rika y nos tomamos unos sakes antes de deshacer maletas y salir a echar un vistazo por los alrededores y para nuestra fortuna a 30 metros tenías un supermercado con un sinfín de productos de todo tipo, desde comida precocina, a sushi, todo tipo de noodles, setas, salsas, verduras...increible el lugar, a partir de entonces fue nuestro destino para desayunar.

Cuando ya se hizo de noche y descansar un poco de tan largo viaje decidimos visitar el barrio de Gion y el callejón Pontocho y de paso cenar algo. Cogimos un taxi que nos costó la carrera 660 yenes dividido entre 5 que íbamos; nos salió más barato que coger el autobús que nos hubiera costado unos 1050 yenes entre todos. Eso nos hizo decidir más de una vez coger taxis porque no son nada caros como se tiene pensado.
Cellejeamos un poco por el barrio de Gion para echar un vistazo e ir mirando algún sitio para cenar. Las callejuelas iluminadas con farolillos y luces era una pasada. Había una oferta de restaurantes brutal, lo que la mayoria no estaban en inglés (lógico, estás en Japón) y nos hizo dar alguna que otra vuelta de más. Al final cuando nos decidimos y entramos a uno con muy buena pinta, nos subieron a la primera planta y nos descalzamos para entrar en el comedor y sentarnos en el suelo. Allí entablamos conversación con una pareja de Donosti muy agradable y cambiamos impresiones...todas buenas por eso!
...y llegó la hora de nuestro primer manjar en Japón! Pedimos unas cervezas para abrir apetito y para comer sukiyaki (fondue japonesa de verduras y pollo) para dos personas, sashimi grande, pollo salteado a la plancha y sopa miso. Acabamos muy llenos aún siendo 5 ya que el sukiyaki para dos daba mucho de sí.

De ahí nos fuimos a tomar alguna copa a un bar que nos aconsejaron en el ryokan, el Moon Walk, 200 yenes bar! Qué quiere decir eso, pues que todo vale 200 yenes, 1 cerveza 200 yenes, 1 whisky cola 200 yenes, 1 sake kamikaze 200 yenes, una tapita de lo que sea 200 yenes, una delicia, oye. Todo hay que decir que los whiskys te los median con un dedal pero te pedias uno doble y andando. El garito en sí no tendría más de 15 metros cuadrados, en la quinta planta de un edificio y con una mesa alargada justo enfrente de la barra donde se sentaba todo aquel que cupiesa. Fuimos muy bien recibidos por eso de ser gaijin y nos sentamos en la mesa donde conocimos a dos japones y una japonesa. Era un poco difícil pero nos hicimos entender con el poco inglés que sabían pero pasamos un rato agradable y al final con alguna palmada que otra en la espalda nos caimos bien. Eso de que los japoneses evitan a toda costa el contacto físico no es del todo cierto. Depués de unas copillas, alrededor de las 2:00am Marta y yo dejamos en manos de los japoneses al trio calavera que acabaron en una discoteca llenos de japos mirando al DJ como si de un espectáculo se tratara. Nos contaron que en Kyoto en martes hay marcha!


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